Ama, si no puedes amar mucho, no enseñes a niños.
Simplifica, saber es simplificar sin restar esencia.
Insiste, repite como la naturaleza repite las especies, hasta alcanzar la perfección.
Enseña, con intención de hermosura, porque la hermosura es madre.
Maestro, sé fervoroso. Para encender lámparas has de llevar fuego en el corazón
Vivifica tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser.
Cultívate, para dar, hay que tener mucho.
Acuérdate de que tu oficio no es mercancía sino que es servicio divino.
Antes de dictar tu lección cotidiana, mira a tu corazón y ve si está puro.
Piensa en que Dios te ha puesto a crear el mundo del mañana.
Con estas palabras de la Insigne, poetiza, educadora y prócer chilena, Gabriela Mistral, Monseñor invitó a la reflexión sobre la importancia de la educación en nuestra sociedad y de quienes trabajan en este rubro. Matizó este punto también con una celebre cita del filosofo chino Confucio: “Si tu plan es para 1 año planta arroz…para 10 años planta árboles y para 100 años educa a los niños”